Primeramente, en las fases previas y en la propia construcción encontramos actividades que son causa directa de contaminación. Por citar algunas: actividades de extracción y transporte de los materiales ó procesos de tratamiento de los mismos.
Posteriormente, una vez edificados los edificios generan emisiones continuas de CO2, residuos sólidos y contaminan el agua.
El impacto ambiental en cifras
Para poner algo más de énfasis en la situación, podríamos considerar los siguientes datos obtenidos del World Watch Institute:
- El 40% de la energía consumida en el mundo corresponde a los edificios y a la construcción de los mismos.
- El 40 % de los materiales usados en el mundo son destinados a la construcción de edificios.
- El 55% de la madera aserrada, sin finalidad de combustible, es usada para la construcción.
- El 30% de obras de nueva construcción o rehabilitación presentan el síndrome del edificio enfermo, definido por la OMS como «un conjunto de enfermedades originadas por la contaminación del aire en los espacios cerrados».
Por todo lo expuesto, y considerando los avances en materia de sostenibilidad que se vienen desarrollando en este campo, creo que hay grandes oportunidades en el sector para la mejora y optimización de los procesos constructivos. Con ello se reducirá sustancialmente el impacto generado por la actividad en sí y también se mejorará la calidad de vida de los usuarios en el interior de los edificios.